lunes, 24 de septiembre de 2007

EL ARTE Y EL HARTO

Varios lectores han coincidido en señalarme —ver, sin ir más lejos, algunos COMENTARIOS en distintos lugares de este blog— los mismos supuestos defectos de mi novela, por lo que me siento "obligado" a aclarar ciertas cuestiones y defender un poco mi postura. ¡Toma declaración institucional!

Anunciar a priori mi intención de ser "comercial" y renunciar a adornar mi prosa en aras a una mayor agilidad narrativa y un estilo sobrio y contundente (que creo es el que mejor "pega" a la historia de Los Lobos de la Luna) ha sido utilizado para reprocharme escasa profundidad de miras. Alguna gente ha entendido que con ello renunciaba a toda pretensión artística y hasta me han sugerido que debería haber hecho un cómic o el guión de una película en vez de una novela. Yo no veo que una cosa esté reñida con la otra: hay muchos tipos de arte. Para aclararlo, nada mejor que un artículito, que así me enrollo menos.

EL ARTE Y EL HARTO por Frank Quasar

Con la literatura me pasa igual que con el cine, la música o la pintura: mi cerebro es capaz de comprender la superioridad artística de las obras complejas, pero mi corazón se emociona más con las sencillas. A los críticos y expertos les pasa lo contrario; no sólo se emocionan más con las primeras (o eso dicen), sino que tienden a despreciar las otras. Y a todos los que las prefieren, ya de paso.

Yo creo en el arte popular, aquel que no necesita de amplios conocimientos previos para ser disfrutado; el otro me tiene más bien harto. ¿Diez años de estudios musicales para poder entender lo que entra por mis orejas? No, gracias, paso. No discuto la supremacía artística de la ópera respecto a, pongamos, una canción de los Beatles; pero la capacidad de emocionar a millones de personas de todo tipo de edad, sexo o nivel cultural en tan sólo 2 ó 3 minutos también tiene un valor. Al escribir Los Lobos de la Luna he escogido un estilo y tomado ciertas decisiones "artísticas" consecuentes con el mismo; nunca pretendí hacer una ópera. Y creo que me ha salido un "rock'n'roll" bastante apañado... lo cual era exactamente mi propósito.

¿Quiere decir esto que mi novela o las canciones de los Beatles no tienen ningún valor artístico? El simple hecho de que haya escogido al cuarteto de Liverpool para el ejemplo musical ya aclara mi punto de vista, puesto que es uno de los grupos más prestigiosos de la historia del pop. Que "Yesterday" o "Help!" no puedan compararse a "La traviata" en estructura, complejidad o alcance emocional no las invalida como obras de arte. Simplemente es otro tipo de arte, más sencillo y asequible. No todos los lectores disfrutan únicamente con la literatura de calité, a muchos nos gusta el rock. Yo siempre he preferido a H. G. Wells, Issac Asimov, Frederick Forsyth, Arthur Conan Doyle o Henry Rider Haggard a, digamos, Francisco Umbral o James Joyce. Cuestión de gustos y paladares.

¿Y en qué se traduce todo eso cuando hablamos de comercialidad? ¿Falta de calidad, de complejidad? ¿De palabros complicados en el caso de una novela? ¡Para nada! El truco se llama niveles de lectura y está inventado desde hace siglos: en lugar de partir de una estructura compleja y árida que desanime de entrada a los profanos, se "carga" la historia a contar en un vehículo ligero, entretenido y emocionante —primer nivel de lectura— capaz de atraer por sí solo la atención del público. La diferencia entre una obra "comercial" con varios niveles de lectura y otra con sólo uno, no se percibe a primera vista… pero existe. La primera permanece en la memoria y puede ser disfrutada muchas veces a lo largo del tiempo, descubriendo siempre en ella nuevos matices que antes nos habían pasado desapercibidos; la segunda se olvida de inmediato.

Otros niveles de lectura son: alegórico, referencial, histórico, psicológico, estructural, matemático… Sirven para añadir complejidad a la historia sin hacerla pesada, instruir sin dar lecciones y comunicar ideas sin necesidad de aleccionar, entre otros muchos usos. ¡Caramba! ¡Esas son también las características de las obras de arte complejas o mayores! Pues sí, pero siempre sin los sins, lo que a menudo no ocurre con aquellas. Esa es la principal diferencia. La misma que hay entre un profesor bueno y uno malo.

Fin del artículo.

En resumen: comercialidad bien entendida no equivale a falta de pretensiones artísticas. A mi entender, la dualidad POPULAR/ELITISTA no se dirime en el terreno de la calidad, sino única y exclusivamente en los aspectos formales.
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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Frank,estoy de acuerdo en un montón de cosas que dices en tu artículo pero ya sabes ¡me encanta polemizar! y como en cierta medida me siento aludido en cuanto el arte en la novela pues…
1- Dices que te han señalado…SUPUESTOS DEFECTOS DE MI NOVELA… Por lo que yo he leído en el blog la crítica no era a la novela, era más bien en la fase previa a la decisión de leer la novela; un pensamiento tal que así …NO TENGO INTERÉS EN LEER UNA NOVELA DE ALGUIEN QUE PIENSA ASÍ DE LA LITERATURA... (aunque creo que es más bien una manera de expresarlo)
2- Tu insistencia en novela comercial me inquieta (normalmente cuando tildamos a algo de comercial suele llevar una connotación más bien negativa, restándole valor). Por otra parte ¿la inmensa mayoría de los escritores no intenta que sea comercial su producto? ¿Umbral no pretendía ganar dinero?
3- ¿No mezclas demasiadas cosas: niveles de comprensión lectora, estructura, temática, arte, popular…
No quiero ser pedante ni mucho menos ir de intelectual. Intenté leer dos veces el Ulises de Joyce, je, je, así como Rayuela de Cortazar (me encantaron sus cuentos) y con los dos fracasé. Conmigo no conectaron (yo no pude conectar con ellos). Pero me pasa con muchos más; por ejemplo, me encanta el don de la palabra que tiene Antonio Gala, y creo que tiene artículos magistrales, pero El suspiro del moro, del que no pude pasar de las primeras páginas, me pareció vomitivo. ¿Es éste uno de sus pecados capitales?

Ja, ja.Cuando hablas de arte popular es como si estuvieras haciendo una defensa de los huevos fritos frente a la nueva cocina; o enfrentando la artesanía popular asturiana frente a objetos de diseño. Yo también abogo por los huevos fritos y por el trabajo bien hecho, pero en ellos hay arte? En pintura si tienes oficio puedes ser un buen copista pero sin creación no hay artista.
Desde luego estoy de acuerdo en cuanto a la calidad de lo simple y/o popular. Y por eso perviven, p.ej., esos cuentos infantiles que todos conocemos.

En cuanto a gustos, cada uno con los suyos. A mí también me gustaron los autores citados, aunque los veo lejanos.

En definitiva, creo que te gustaría que tu novela se leyera mucho (popular), lo cual repercutiría en tu economía (comercial) y en tus expectativas artísticas.
Suerte.

Frank Quasar dijo...

Hola, Gabor.
Haces bien en sentirte "eludido", aunque yerras el punto: lo de supuestos defectos no iba por tí (sí mucho de lo demás, obviamente, sobre todo lo referente a las pretensiones artísticas y la comercialidad). Otros lectores, en privado y en algunos foros literarios donde participo, me afearon lo prosaico (ja, ja, es un chiste, ¿lo pillas?) de mi estilo o lo tremendista de la historia, entre otras cosas.
La denominación "comercial" tiene mala fama, pero eso no es culpa mía; es una definición correcta de mis pretensiones. Comercial o popular como oposición a minoritario o elitista. Sinceramente, no creo que Umbral y otros pedantes del arte quieran vender mucho (ganar dinero sí, claro, pero hay otras formas de conseguirlo sin "rebajarse artísticamente"; sin ir más lejos, trincar premios literarios o escribir artículos de opinión). La característica principal de los artistas superiores es despreciar a quienes no "entienden" su arte. Al respecto, me remito a la polémica de Don Francisco con Arturo Pérez-Reverte. Viendo su opinión sobre un colega con cierta calidad literaria, prefiero no saber lo que opina del bulgo...
Respecto al batiburrillo del artículo, atinas una vez más. Disparo a todo lo que se mueve, lo que probablemente perjudica la claridad de mi análisis, pero creo que se me entiende lo principal: prefiero el arte popular y no admito su supuesta falta de pretensiones.
Y para rematar, tus ejemplos sobre cocina y artesanía también son muy atinados (evidentemente prefiero zamparme unos huevos fritos sentado en una silla "normal" que contemplar una esferificación, o como hoxtias se escriba, de Ferrán Adriá con mi culo en precario equilibrio sobre un sillón-huevo), aunque yo apostillaría que en ninguno de los casos hay arte; ni en la cocina, ni en el diseño, ni en la moda, ni en la publicidad, ni en tantas otras cosas. La diferencia entre un artista y un artesano es muy sencilla: el artista quiere comunicar algo y el artesano, en teoría, no. Puede darse la paradoja de que el segundo tenga más habilidád técnica que el primero y en consecuencia cree objetos más bellos; aun así, los fabricados por el artista deberían "decirnos más", emocionarnos o conmovernos, a despecho de sus fallos formales.