miércoles, 23 de abril de 2008

EL ALTAVOZ LOBUNO

El pasado 15 de abril subí a FRANKQUASAR.COM la última página dedicada a mi novela, con la cual doy por terminada la promo de la misma —con objeto, espero, de dedicarme ya en exclusiva a la creación de la siguiente—. Se trata de un breve resumen de la modesta campaña de marketing que puse en marcha tras la publicación de Los Lobos y que yo mismo bauticé jocosamente como GRITA MÁS QUE NO TE OIGO, podéis partiros el culo de risa con toda confianza.

¿Creéis que el trabajo del autor termina cuando estampa la palabra "fin" en el manuscrito? ¡Ni de coña! Entonces toca decidir todo lo referente a las cuestiones técnicas de la edición impresa: elección y estilo de la portada, texto de la contraportada, tipo de letra y márgenes interiores… ¡hasta el propio título! Y si algún aspirante a escritor piensa que tales nimiedades no son cosa suya, sólo una frase: vuelve al mundo real, amigo. Por supuesto, puedes dejar que se encarguen de todo el editor y la imprenta, pero luego no te quejes de los resultados. Las bibliotecas están atestadas de obras fantásticas contenidas en ediciones infames… y viceversa. Yo me impliqué en todas esas decisiones, supervisé cada paso del proceso y me considero por tanto legítimo responsable no sólo del contenido de mi libro sino también de su acabado externo.

El título, la portada y el texto de contraportada son con mucho las decisiones más importantes con respecto a la primera edición de la novela de un autor desconocido, los tres elementos que más pueden influir en la decisión de compra de un posible lector. Recuerdo que, al poco de empezar a escribir, un día dediqué varias horas a realizar un boceto previo de su posible portada, para animarme a mí mismo. Ni siquiera sabía si lograría publicarla, pero cada mañana, antes de empezar el trabajo, lo primero que hacía era mirar ese boceto. Entonces el título provisional era Luna a secas.

Primer boceto de la portada de mi novela que yo mismo realicé cuando aún estaba sin terminar. Ejemplo de portada de estilo sensacional, opción barajada antes de optar por la sobriedad. Haz clic para ampliar.

Uno de los primeros bocetos del ilustrador David Lafuente. Los cambios posteriores fueron mínimos. Clic para ampliar. Portada definitiva de la primera edición de Los Lobos de la Luna. Haz clic para verla en grande.

Lo cambié por Los Lobos de la Luna tras considerar multitud de alternativas: Plata bajo la Luna, Influjo, Bestias de Plata, Vertedero, La Bestia Devoradora, Lobos de Plata… Como veis, de todo tipo y estilo. Pasó igual con la portada y los textos de contraportada, barajé muchísimas opciones que implicaban cuestiones realmente importantes: ¿Sensacionalismo o sobriedad? ¿Mucha información o poca? ¿Qué quiero transmitir a alguien que no sepa nada de mí o la novela cuando la coja en las manos? Al final, el criterio decisivo fue insinuación y misterio (artísticamente más arriesgado que impacto y morbo, por ejemplo), de ahí que la magnífica portada de David Lafuente fuera casi casi la opción más sobria de todas las planteadas, el texto final breve y poco explícito, y el título definitivo tuviera más resonancias poéticas que terroríficas. Por cierto, lo considero muy acertado a pesar de que al principio me costó acostumbrarme a él.

Texto alternativo para la contraportada. Haz clic para ampliar la imagen. Uno de los primeros bocetos de la solapa interior, con foto y texto diferentes a los definitivos.
Ejemplo de cubierta más explícita y con mucho texto. Haz clic para verla en grande.

¡Ups! Esta entrada ya me está quedando más larga que un día sin pan. El resto lo contaré en otra... otro día.
web metrics

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Desde luego, Franky, no eres tú nadie que digamos desanimando a los futuros autores noveles. Con lo complicado que debe ser escribir "algo" medianamente decente y aún lo peor... está por venir ¡jeje!

De todos modos, estoy de acuerdo contigo. Aunque no por experiencia propia, sé por confesión de un amigo que promocionar una novela es una labor muy laboriosa y frustrante, al ver que tras la siembra, el abono y el cuidado exquisito... los frutos no son los esperados. Para tu consuelo, es un decir, las primeras obras rara vez son merecidamente reconocidas.

Por lo demás, opino que las decisiones finales sobre título, portada y contraportada han sido muy, muy acertadas.

Un saludo,

Frank Quasar dijo...

Jaja, con razón dicen que "quien tiene un amigo tiene un tesoro"...

Juro por mis muertos que el famoso anónimo no soy yo, sino una buena amiga que aparentemente opina que mi espalda no brilla lo bastante y en consecuencia se dedica a enjabonármela con todos y cada uno de sus comentarios.

¡No voy a decir que me moleste!