miércoles, 13 de junio de 2007

MI ESTILO LITERARIO

Voy a intentar poner el blog un poco al día, que lo tengo muy abandonado desde que salió mi novela. ¡Promocionar un libro lleva mucho tiempo, amigos!

Hoy os hablaré un poco sobre el estilo que he utilizado para escribir mi primera obra y la razón de algunas decisiones "artísticas" que tomé al respecto, en particular el escaso uso de uno de los recursos narrativos más comunes en la novela contemporanea: la penetración psicológica.
Este artículo define mi postura bastante bien:
LA PENETRACIÓN PSICOLÓGICA Y OTRAS VIOLACIONES por Frank Quasar

Soy un gran aficionado al cine, a la literatura… y al cómic, el cual podríamos catalogar como una forma artística intermedia entre las dos anteriores. Me encantan las novelas introspectivas —aquellas que reflejan los pensamientos y motivaciones de los personajes, o al menos los de uno de ellos, el narrador—, pero personalmente prefiero el método narrativo que utiliza el cine.
En su afán por "ponernos en el lugar de los personajes" muchos novelistas abusan del recurso de penetrar en la psicología de los mismos, en un acto que tiene bastante de exhibicionismo —mira qué capacidad tengo para leer mentes ajenas— y que a menudo resulta innecesario, discursivo y escasamente emocionante. ¿De verdad necesitamos saber tanto de ellos?

La respuesta está en el cine. En la mayoría de las películas no tenemos acceso a los pensamientos de los personajes —salvo en aquellas que utilizan la narración en off, recurso considerado con razón "poco cinematográfico" y que rara vez funciona bien— y, sin embargo, la mayoría de espectadores entiende la historia sin problemas, especialmente si hablamos de cine clásico. Y lo que es más sorprendente: la psicología de los personajes queda igual de clara. ¿Cómo es esto posible?

Pues porque que hay cientos de recursos narrativos propios del cine que lo permiten: los gestos y actitud de los actores, el empleo de la música y la puesta en escena —iluminación, encuadre, elección de la ropa, colores, objetos, etc.—, la dirección, el montaje y, por supuesto, lo que dicen, es decir, el guión. Todo ello matiza y caracteriza a los personajes de manera tanto más eficaz cuanto que es indirecta y exige un esfuerzo por parte de los autores de la película… y de los espectadores. ¡Y eso es lo importante! No es igual descubrir las cosas por uno mismo a que te den las respuestas. El placer o satisfacción es superior; el tiempo que recuerdas la información, mayor. Dicho en palabras técnicas: lo que se obtiene con facilidad no vale una mierda. O al menos no lo apreciamos una mierda, como todo el mundo sabe.

Mostrar los pensamientos de los personajes —ya sea con una voz en off en una película, dentro de un bocadillo en un cómic o transcribiéndolos en una novela— siempre es el recurso más fácil, pero no necesariamente la mejor alternativa para contar una historia. En la vida real no tenemos acceso a esa información.


Fin del artículo.
¿Y a qué viene todo este rollo? Je, je, sólo es para "justificar" que en Los Lobos de la Luna he intentado no utilizar (salvo en contadas ocasiones) la penetración psicológica, recurriendo para matizar a los personajes a trucos similares a los utilizados en el cine y dejando al lector el trabajo de deducir por sí mismo cúales son sus motivaciones. No es que tenga que adivinarlas —la mayor parte de las veces quedan claras por sus acciones y diálogos—, pero siempre he procurado dejar cierto grado de ambigüedad… como en la vida real. ¿Está Rita enamorada de Leo o sólo le utiliza? ¿Le importa más a Delgado su carrera que la amistad de su compañero?

En cierta manera, ni yo mismo podría responder con seguridad a esas u otras cuestiones, aunque tengo mi opinión, por supuesto (risas). Las respuestas son muy opinables, dependen sobre todo del punto de vista de cada uno.

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